domingo, 11 de enero de 2009

"LA OLA": LOS ORIGENES DEL TOTALITARISMO


La opinión de LEOmuñoz.
Dennis Gansel, basándose en el relato corto de William Ron Jones, ha creado un manual de cómo iniciar un movimiento totalitarista. Tomando los hechos reales acaecidos en Palo Alto, California, el acierto del director ha sido el trasladar la acción a la Alemania de nuestros días, un lugar donde el delicado tema del que trata la película toma dimensiones estratosféricas. Parece el sitio y la época adecuados para poner en práctica lo que pretende el profesor ‘Rainer Wenger’, aunque su intención, sin duda alguna, no es la de despertar ningún tipo de movimiento que genere conflictos. Rainer (interpretado por Jürgen Vogel) solo intenta involucrar a los chicos de su clase en una práctica que por si sola dará explicación a cualquier tipo de movimiento autocrático, teniendo siempre en mente el referente ocurrido en su país con el nazismo.
Lo que empieza como un simple juego, marcando unas primeras pautas o normas de comportamiento en clase, se dispara convirtiéndose en un grupo o banda que transfiere lo meramente docente y en el que se excluye, margina y aparta a todos aquellos que no piensan como ellos. Los alumnos antes considerados parias forman parte ahora de un compacto grupo en el que se sienten arropados por el simple hecho de formar parte de ello, sin importar la base que mueve el conjunto.
Este es el mensaje primordial de la película de Gansel: todo hombre necesita formar parte de un grupo y ser reconocido como individuo por los demás, ya sea dentro de la plantilla de su puesto de trabajo, dentro de su cuadrilla de amigos, dentro de su clase de estudio o en su banda de barrio. Y aquí entra en juego la figura del líder que dicta las normas de comportamiento y las metas por las que el grupo luchará y en donde los hechos de los individuos que lo forman se diluyen en la masa y en ocasiones se involucran en actos que jamás realizarían en solitario, este es el verdadero germen de cualquier movimiento totalitarista y autocrático. El reconocimiento del hombre como individuo dentro de un grupo convierte al líder en figura alentadora de cualquier acto, cuando su voluntad es secundada por el ferviente y disciplinado grupo. ¿Quién no recuerda como aislábamos al menos agraciado de la clase en nuestra infancia porque lo hacía todo el mundo?, ¿quién no ha tirado una piedra al cristal ajeno alentado por sus amigos?

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